miércoles, 26 de marzo de 2014

LA ALIENACIÓN EN LA RELIGIÓN


El término Alienación viene del latín, alienus, que significa“ajeno”, por lo que un hombre alienado es un hombre ajeno a sí mismo, es un hombre que pone su esencia en las ideas religiosas y se olvida de sí mismo.
El concepto de alienación aparece en la historia del pensamiento forjado por Hegel y utilizado con pluralidad de sentidos en su Fenomenología del Espíritu. La alienación, para Hegel, es el camino a través del cual el Espíritu se hace sujeto; es el momento negativo del despliegue del Espíritu; es el movimiento de la historia en la que el sujeto se realiza. Algunas veces, el término ha sido utilizado para referirse al «desgarramiento»religioso y político del hombre, por lo que para Hegel el concepto de alienación posee un carácter positivo.
Feuerbach plantea el problema de la alineación en su obra "La esencia del cristianismo", en el contexto de la explicación del origen y naturaleza de la religión: “El ser humano no es el producto de los dioses, sino más bien lo contrario, los dioses son el producto de los seres humanos.”
Lo que Feuerbach ha hecho es sustituir la idea de la Idea por la idea de Hombre. (Ateísmo humanista), usa la dialéc­tica como ley del desarrollo humano, igual que Hegel la usó como ley de desarrollo histórico o de desenvolvimiento de la Idea:
1.  El Hombre en sí. (Que no se conoce)
2. El Hombre fuera de sí. Se proyecta a sí mismo, perfeccionado, al exterior, e inventa a Dios, un Ser Superior al que se subordina. Queda alienado por la religión.
3.  El Hombre para sí. Ha descubierto, “al verse desde fuera”, que los atributos que le daba a Dios son sus propios atributos. Al co­nocerse a sí mismo, y con ello la raíz de su alineación, la hace desaparecer.
La religión es una invención de los seres humanos, el resultado de aplicar atributos trascendentes al mundo conocido, al mundo material y sensible, la duplicación trascendentente de este mundo terrenal.
Una vez creado ese mundo trascendente de la religión, se produce una extraña inversión, por la que se intercambian los papeles del creador y de la criatura, que da lugar a la alienación religiosa.
En el caso del cristianismo, pues, resulta que no es Dios quien crea al ser humano, sino el ser humano quien crea a Dios. Ahora bien, una vez creado Dios, los seres humanos no lo ven como su propia imagen, sino que lo conciben como algo superior, hasta el punto de invertir completamente la relación de semejanza, creyéndose ellos imagen de Dios, y terminando por someterse a él, surgiendo así la “Ideología religiosa”.
Pues bien, es en ese sometimiento en donde se consuma la alienación, la enajenación del ser humano, en la medida en que supone la pérdida de sí mismo, la renuncia a su propia naturaleza en favor de la de un ser ajeno.
De este modo el ser humano se convierte en algo extraño para sí mismo, en un ser alienado. El producto de su objetivación se le impone como la verdadera y única realidad, a la que debe someterse, viéndose obligado a vivir "para otro".
Una vez centrada la atención en los hombres, Feuerbach se da cuenta de que las cualidades con que éstos pintan a los dioses son pre­cisamente las que ellos desean para sí, y que las características con que imaginan el “otro mundo” son exactamente las que echan en falta de éste. Dios es inmortal y todopoderoso.
En el “cielo”reinan la justicia, la abundancia, la armonía, la permanencia... todo aquello de lo que se carece en la tierra. Todas estas ideas de seres y mundos inmateriales no son más, entonces, que ilusiones que tienen los hombres como compen­sación a las miserias y desgracias de este mundo.
El origen de la religión es completamente psicológico, la razón de la existencia de las ideas reli­giosas hay que buscarla en el mecanismo de la mente humana que in­venta mundos y seres maravillosos para compensar el sufrimiento real.
A diferencia de Feuerbach, quien aborda al hombre de forma abstracta e individual, Marx lo hace de manera concreta, es decir, tomando en cuenta sus relaciones con la naturaleza y con los demás hombres y que conllevaría finalmente a la estructuración de los modos de producción.
Marx, heredero intelectual de Hegel, no sólo transforma la dialéctica hegeliana invirtiéndola, sino también transforma —en sus Manuscritos económico-filosóficos de 1844— el concepto de alienación dándole un nuevo sentido y alcance, Marx reúne e integra los conceptos de Religión y Economía, en donde la religión es adoptada como un medio de explotación económica; Marx señala que si no existiera la miseria y el caos en el mundo humano ya no habría porque recurrir a la religión como un medio de salvación.
Para Marx la religión no es algo constitutivo del ser humano (algo natural en el hombre). La religión viene a justificar ideológicamente al sistema capitalista en la medida en que la liberación que propone la religión cristiana no se lleva a cabo mediante la transformación de las estructuras sociales.
La religión supone una forma de alienación, dado que se caracteriza por la resignación, la justificación trascendente de la injusticia social y la compensación en el cielo de la sociedad opresiva en la tierra.
Hegel vincula el proceso de desalienación con una tarea de la filosofía, Feuerbach, con una lucha contra la religión; para Marx es fruto de una praxis, y no de cualquier praxis, sino de la praxis revolucionaria.
La religión es un sistema ideológico caracterizado por un conjunto de creencias, actividades e instituciones que se basan en la fe, en una fuerza sobrenatural, es una falsa conciencia, una representación inadecuada de la realidad a fin de que los explotados consideren naturales y por tanto justificables e inevitables sus condiciones de vida: “siempre han habido ricos”, “es natural que el amo se lleve una parte de la cosecha: es el dueño de la tierra, al fin y al cabo”, son expresiones que manifiestan la aceptación de la ideología dominante por parte de los dominados.
Finalmente se podría decir que, el hombre hace la religión, la religión no hace al hombre. Pero el hombre no es un ser abstracto, agazapado fuera del mundo. El hombre es su propio mundo, Estado, sociedad; Estado y sociedad, que producen la religión, como conciencia tergiversada del mundo, porque ellos son un mundo al revés.
 
                                                     Trujillo. 26 de Marzo de 2013